¿Se puede sentir un orgullo insano por unas cupcakes? ¡Yes, we can! Digooo... ¡sí que se puede! Al menos yo me he pasado toda la tarde sintiéndome vergonzosamente orgullosa de mis preciosas cupcakes otoñales; tanto, que cada vez que pasaba por delante de ellas en la cocina, les echaba hasta piropos: "¡Pero qué rebonicas que sois! ¿Quién os va a comer enteritaaaas? ¿Eeeh? ¿Quién? ¡Yo os voy a comer enteritas!" Y así hasta que mi madre y mi sobrino empezaron a mirarme raro y a mantener las distancias. Entonces me limité a mirarlas con amor de madre pero disimuladamente.
Y es que es la primera vez que me salen unas cupcakes tan perfectas y sin que haya ocurrido ningún incidente durante la elaboración: el bizcocho se horneó bien, el sabor era perfecto, el buttercream no quedó demasiado blando, las castañas de fondant ¡parecen castañas! (si supiérais lo negada que soy para el modelaje, entenderíais mi sorpresa).
En fin, que quedaron tan perfectas (¡aish, pero qué monérrimas que son! <3) que no podía llamarlas simplemente "cupcakes otoñales". Necesitaban un nombre con clase, de alto standing, de postín... Ya me entendéis.
Así que, me llena de orgullo y satisfacción presentar en sociedad a las Cupcakes de Té al Caramelo y Crema de Castañas.